jueves, 6 de agosto de 2009

El sentido del humor en las profesiones de la salud

Por Eduardo Jáuregui Narváez a, Begoña Carbelo Baquero b

a Universidad de Saint Louis. Campus de Madrid. Madrid. España. Miembro del proyecto Humor_aula.
b Departamento de Enfermería. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares. Madrid. España. Miembro del proyecto Humor_aula.

Introducción

Hay una creencia bastante extendida de que "la risa es sana", e incluso hay algunas pruebas empíricas de que efectivamente es así. Por ello, en las últimas décadas han sur ...

Enferm Clin. 2007;17:53-5.

Introducción

Hay una creencia bastante extendida de que "la risa es sana", e incluso hay algunas pruebas empíricas de que efectivamente es así. Por ello, en las últimas décadas han surgido numerosas iniciativas de humor aplicado en los entornos del cuidado hospitalario, desde el célebre Patch Adams o la American Association for Therapeutic Humor (AATH) hasta los grupos de payasos de hospital que desarrollan iniciativas para alegrar la vida de los pequeños pacientes en nuestro país, además de numerosas publicaciones y cursos de formación acerca de humor y salud1,2. En este artículo se examinará lo que se conoce de la relación entre humor y salud, y el por qué puede valer la pena introducir el humor en la rutina de los profesionales de la salud, para fomentar la recuperación de los clientes, e incluso para hacer frente al estrés en el equipo de trabajo.

El humor y la salud

¿La risa es "la mejor medicina"? ¿Qué hay de cierto en las afirmaciones acerca de las virtudes curativas de la risa? Desde la antigüedad distintas tradiciones populares acerca de la salud y la enfermedad han asegurado que reír y tener buen humor es sano, pero sólo en las últimas décadas se han contrastado estas ideas con metodología científica3.

En primer lugar, hay que precisar que no hay pruebas de que la risa haya curado ninguna enfermedad. Hay casos anecdóticos de curaciones sorprendentes, uno de ellos el de Norman Cousins, que ha adquirido el estatus de leyenda4. Cousins, célebre y carismático periodista, se le diagnosticó un caso de espondilitis anquilosante en los años sesenta, e insatisfecho con el entorno hospitalario y los cuidados que recibía, decidió mudarse a un hotel y automedicarse con una dieta de vitamina C para potenciar sus defensas y vídeos cómicos para elevarse la moral. Este excéntrico paciente descubrió que después de pegarse unas buenas carcajadas, su dolor disminuía durante algún tiempo, y su enfermedad fue mejorando hasta desaparecer. Casos así son espectaculares, llaman la atención y apuntan la relación entre cuerpo y mente, aunque como caso aislado no es generalizable para ésta ni para ninguna otra condición médica. Esto no quiere decir que el humor no merezca un lugar entre las alternativas que ofrecemos las enfermeras. En primer lugar, se ha comprobado que la risa y el disfrute del humor reducen el estrés5, lo cual es muy relevante en el campo de la salud, porque cada vez se sabe con mayor certeza y precisión que el estrés crónico tiene efectos negativos sobre la inmunidad humana6,7; y en segundo, puede servir para afrontar situaciones difíciles que generan malestar emocional1,2. El humor, por tanto, puede tener un efecto preventivo sobre la enfermedad, y también optimizar la capacidad del cuerpo para recuperarse y alcanzar mayor bienestar.

También se está comprobando que uno de los beneficios del humor aprovechado por Cousins sí puede generalizarse: su efecto analgésico. Diversos investigadores han confirmado que disfrutar de un vídeo cómico o unos minutos de risa eleva la tolerancia al dolor físico durante un período que puede durar más de 30 min8. Aunque no está claro exactamente por qué el humor parece reducir el sufrimiento físico. Podría deberse al efecto relajante mencionado anteriormente, a la segregación de endorfinas o, sencillamente, al resultado de la distracción cognitiva que el humor provoca. Lo importante, desde el punto de vista de la enfermería, es que puede funcionar.

Con todos estos beneficios, sin embargo, aún queda sin resolver la cuestión de si las personas con un buen sentido del humor tienen mejor salud en general o son más longevas. De momento, las investigaciones no han logrado encontrar una relación positiva clara entre sentido del humor y salud9. Incluso hay algún estudio que ha encontrado relaciones inversas a las esperadas: las personas con mejor sentido del humor descuidan su salud (hacen menos ejercicio, beben más alcohol, acuden menos al médico, etc.), ¡y por lo tanto tienden a estar más enfermas y vivir menos!10. La verdad es que, metodológicamente, no es un tema sencillo, y aún se está lejos de tener una confirmación empírica de que "el humor es sano". Sin embargo, hay algunas pruebas de que las emociones positivas en general se asocian con la buena salud e incluso con una mayor longevidad11. Y es posible que tarde o temprano se logren superar las dificultades metodológicas y comprobar que efectivamente una vida risueña alarga la vida.

Razones para aplicar el humor en el campo de la enfermería

Para los profesionales de la salud, vale la pena tomarse el humor en serio y tratar de integrarlo conscientemente en el quehacer diario del cuidado de pacientes. Si la risa es capaz de reducir el estrés y el dolor, y se es capaz de fomentarla entre los enfermos, se contribuye a su recuperación. Por ejemplo, Vera Robinson12 sostiene que las enfermeras en vez de dejar que el humor surja de forma espontánea, deberían planificarlo y utilizarlo como una herramienta más en su práctica, por varias razones. En primer lugar, porque el humor es una facultad que puede ayudar a superar problemas o a percibirlos menos complejos. Una broma, anécdota o un ligero vuelo de la fantasía, puede elevar al paciente por encima de su realidad, y olvidar momentáneamente su problema o incluso transformarlo. La risa no es sólo expresión de momentos festivos y alegres, sino que ayuda a suavizar y endulzar los malos tragos de la vida. En segundo lugar, se sabe que el entorno del cuidado de la salud está plagado de momentos adversos que generan estrés, dolor o riesgo, como los pronósticos inciertos, discapacidades de todo tipo, diagnósticos funestos, preocupaciones, e incluso la muerte y el duelo. Lidiar con todo esto no es fácil, ni para el paciente (por muy "paciente" que sea), ni para los profesionales de la salud. Pero la receta de Mary Poppins sigue siendo válida: con un poco de azúcar esa píldora que os dan pasará mejor. Y la risa, como la pizca de azúcar, es un placer básico que estimula los sistemas de recompensas del cerebro13.

El filme Planta Cuarta, de Antonio Mercero, basado en las experiencias reales de su guionista Albert Espinosa, proporciona numerosos ejemplos de cómo puede emplearse el humor para superar la dura realidad hospitalaria, en este caso la de un grupo de adolescentes con cáncer. Desde bromas recurrentes, como la de la enfermera que se refiere a ellos como "mis pelones" (han perdido el pelo por la quimioterapia) o las peticiones de pizza por el interfono de la habitación (no tienen control alguno sobre su dieta), hasta travesuras más elaboradas como el colarse en la sala de rayos-X para hacerse "fotos" de recuerdo con los esqueletos en distintas posiciones, la película refleja la capacidad que tenemos las personas para reírnos hasta del destino más cruel. Y hay diversos estudios sociológicos en los que se ha observado que en situaciones difíciles se suele recurrir a menudo al humor para superarlas. De hecho, uno de los más célebres estudios de este tipo se realizó en un hospital14.

Más allá de la pura supervivencia psicológica, el placer que proporciona la risa también fomenta la motivación. Tanto para el paciente que debe afrontar un diagnóstico como para el profesional que se enfrenta a la intensidad de su trabajo. Una actitud más juguetona y alegre unida a una actitud empática y humana, convierte el trabajo de equipo en un entorno saludable y motivador, donde se pueden compartir todas las experiencias dolorosas.

El humor también rompe las barreras de la comunicación y crea relaciones de complicidad. Y así nos escuchan y escuchamos mejor, y también se propicia un ambiente que facilita la comunicación. Sirva como ejemplo, aunque cada cual debe desarrollar su estilo propio: cuando se le va a operar la pierna a un paciente, no es lo mismo explicarle cómo será la operación de manera solemne que comenzar con una ligera broma (p. ej., hablando con el paciente y con la pierna por separado, "equivocándote" de pierna, etc.), de tal manera que la tensión se rompa y la comunicación pueda fluir mejor.

Tomar conciencia y comenzar

Por último, es importante nombrar otra ventaja del humor: potencia la creatividad y las facultades mentales en general15. Diversos estudios han demostrado que después de reír nuestra capacidad para resolver problemas y tomar las decisiones adecuadas aumenta. Y qué duda cabe que en el entorno sanitario la creatividad y la habilidad de improvisar resultan cruciales. En un estudio especialmente relevante, un grupo de estudiantes de medicina que había visto un vídeo cómico acertó más en sus diagnósticos que el grupo que no había visto el vídeo16. Los beneficios del humor en la actividad de las enfermeras son varios y, probablemente, para la mayoría de las lectoras y lectores de este artículo, evidentes. Sin embargo, no es siempre fácil animarse y comenzar a aplicar el humor en el trabajo, si no es algo que ya está integrado en nuestra manera de ser. Sólo se pueden superar las barreras del sentido del ridículo, la falta de confianza, la pereza de tener que esforzarse, el miedo a las opiniones de otros compañeros o supervisores, o el desconocimiento tomando conciencia de su importancia y sus repercusiones para la salud y, sobre todo, comenzando con pequeñas iniciativas y observando mucho sus efectos. Y ya que es algo que no suele enseñarse en las escuelas de enfermería ni en las facultades, animamos desde aquí a las y a los lectores a investigar un tema que no es baladí.


Bibliografía


1. Idigoras AR, editor. El Valor Terapéutico del Humor. Bilbao: Desclée de Brouwer; 2002.
2. Carbelo B. El humor en la relación con el paciente. Una guía para profesionales de las salud. Barcelona: Masson; 2005.
3. Martin RA. Humor, laughter and physical health: methodological issues and research findings. Psychol Bull. 2001;127:504-19.[Medline]
4. Cousins N. Preventive medicine for the 21st century. JAMA. 1989;261:131-5.[Medline]
5. Yovetich NA, Dale JA, Hudak MA. Benefits of humor in reduction of threat induced anxiety. Psychol Rep. 1990;55:51-8.
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7. Visintainer MA, Volpicelli JR, Seligman ME. Tumor rejection in rats after inescapable or escapable shock. Science. 1982;216:437-9.[Medline]
8. Zweyer K, Velker B, Ruch W. Do cheerfulness, exhilaration and humor production moderate pain tolerance? A FACS study. Humor. 2004;17:1-2.
9. Martin RA. Sense of Humor and Physical Health. Special Double Issue on Humor and Health. Humor. 2004;17-1/2:1-19.
10. Kerkkanen P, Kuiper NA, Martin RA. Sense of humor, physical health and well-being at work: A three year longitudinal study of Finnish police officers. Humor. 2004;17-1/2:21-35.
11. Danner DD, Snowdon DA, Friesen WV. Positive emotions in early life and longevity: findings from the nun study. J Pers Soc Psychol. 2001;80:804-13.[Medline]
12. Robinson VM. Humor and health professions. 2nd ed. Thorofare, NJ: Charles B. Slack; 1991.
13. Reiss A. Humor modulates the mesolimbic reward centers. Neuron. 2003;40:1041-8.[Medline]
14. Coser R. Some social functions of laughter: A study of humor in a hospital setting. Human Relations. 1959;12:171-82.
15. Humke C, Schaefer CE. Sense of humor and creativity. Percept Mot Skills. 1996;86:544-6.
16. Isen AM, Rosenzweig AS, Young MJ. The influence of positive affect on clinical problem solving. Med Decis Making. 1991;11:221-2.[Medline]

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